miércoles, 30 de julio de 2014

El Conjunto Monumental de Santa María de las Cuevas (2)






En esta segunda entrada, tras la visión más global de la primera, queremos detenernos en algunos detalles del Conjunto Monumental. Las fotografías son todas nuestras y los textos han sido tomadas de la web del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo 

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/caac/inf/esp.htm#


Así, en primer lugar repararemos en el reloj realizado por fray Manuel Navarro e instalado en 1817 en el prebisterio de la iglesia







A continuación, vamos a detenernos en la Capilla de Santa Ana que:


Se construyó en el siglo XVI. Al inicio se hallaba en el exterior pero posteriormente se adelantó la fachada de la Iglesia para albergarla. En su cripta reposaron los restos de Cristóbal Colón entre 1509 y 1536, por lo que también es conocida como la Capilla de Colón. Un siglo más tarde, la presidió el Cristo de la Clemencia, obra maestra de Martínez Montañés, actualmente en la Catedral de Sevilla





Enterramiento Colón

Esta capilla como el resto de capillas de la antigua iglesia están dedicadas en la actualidad a salas del Centro de Arte Contemporáneo. En la última fotografía se aprecia el lugar de enterramiento de Colón.


Otra de las capillas es la de la Magdalena, que

es el núcleo originario del Monasterio. Las bóvedas de espejo que lo cubren, así como la naturaleza desigual de sus tramos, la convierten en una obra especial dentro del mudéjar sevillano. Cuando se construyó el Refectorio vio reducida sus dimensiones y se le anexionó una capilla cuadrada que acabaría albergando los restos mortales del fundador del Monasterio, el arzobispo Gonzalo de Mena. En sus muros se conserva una representación de la triple Santa Ana (Santa Ana sostiene en su regazo a la Virgen María y ésta, a su vez, a su Hijo, Jesús).






En la sacristía de la iglesia




aún se conservan las yeserías barrocas que servían de marco a una de las mejores series pintadas por Francisco de Zurbarán (siglo XVII), hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Durante la ocupación francesa (principios del siglo XIX), este espacio tan singular fue la carnicería del cuartel.






El claustrillo

 
construido en la segunda mitad del siglo XV, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura mudéjar de la ciudad. Sus proporciones consiguen, a pesar de las reducidas dimensiones, crear un conjunto esbelto, de singular belleza. Asimismo destaca el empleo de los materiales: la teja, la azulejería de las galerías, el ladrillo rojo y las columnas de mármol blanco y capitel campaniforme de influencia nazarí (dinastía que construyó la Alhambra de Granada).


Nos fijamos aquí en diversos elementos distintivos de la familia Ribera, destacando una lápida de mármol en memoria de Perafán de Ribera



Lápida de Perafán de Ribera

(Obsérvense los paños de azulejaría)


En la Sala Capitular conviene detenerse y “recrearse” en todos los elementos funerarios que contiene y entre ellos los sepulcros de Pedro Enríquez y de Catalina de Ribera

La construcción de esta sala, concebida para las reuniones de importancia de los monjes, se realizó al mismo tiempo que el Claustrillo. El primero de sus ámbitos destaca por la decoración figurativa de su bóveda. Se trata de un testimonio relevante de la primera escultura gótica en Sevilla. La sala fue cedida como lugar de enterramiento de los Ribera, protectores del Monasterio. Los sepulcros parietales (disposición vertical) de Pedro Enríquez y Catalina de Ribera son extraordinarios por su riqueza ornamental e iconográfica. Fueron realizados en Génova en el siglo XVI, por Aprile de Carona y Pace Gazini, respectivamente. Durante la etapa fabril los sepulcros fueron trasladados al panteón de sevillanos ilustres (Iglesia de la Anunciación) y la sala fue convertida en carpintería. Los sepulcros fueron reubicados en este lugar tras las obras de rehabilitación previas a la Exposición Universal de 1992.




Entrada a la sala

Bóveda

Cúpula



Tumba de Catalina de Ribera


Tumba de Pedro Enríquez


Enterramiento "familiar"

(Obsérvese la postura relajada y tan poco hierática de D. Diego Gómez de Ribera,, que parece más durmiendo una siesta que el sueño eterno)

Sigamos con el Refectorio que 


Es el lugar donde los monjes cartujos realizaban las principales comidas. En 1588 se amplió y redecoró, aunque conservó tanto la portada del Claustrillo como la decoración aledaña al púlpito. Éste estaba destinado a la lectura de las Sagradas Escrituras durante las comidas. Destaca la calidad de la techumbre (tallada en madera de decoración geométrica), y los paneles de azulejería de finales del siglo XVI y del siglo XVII. La estancia estaba presidida por La Santa Cena, de Alonso Vázquez, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Reparamos en la entrada desde el Claustrillo y el púlpito original desde el que se “amenizaban” las comidas





Veamos a continuación algo de la historia de la fábrica de loza, siguiendo en este caso la descripción de la ficha patrimonial del Plan Especial de Protección del Ayuntamiento de Sevilla:




En 1838 Charles Pickman, comerciante inglés que ya residía en Sevilla al frente de su casa de losa y cristalería, pidió todo el edificio de la Cartuja a censo y se le concedió por el Real Decreto al año siguiente, instalándose una fabrica de loza que ha venido funcionando en el monasterio  hasta 1982.

La adaptación de la Cartuja a las necesidades de la fábrica, fue en un primer momento respetuosa para el edificio. Sin embargo, poco a poco, las demandas de la producción fabril terminaron con la utilización de todos los restos monásticos sin contemplación. Se construyeron varias chimeneas y diez hornos, cinco de los cuales continúan en pie, y que determinaron la actual concepción visual del momento.

 La fábrica mantuvo la integridad del conjunto monacal convirtiéndolo  en una fábrica decimonónica modelo, donde se conjuntaban los espacios de producción y administración con los complementarios de cocinas y comedores, residencia de operarios, administradores, capilla y espacios de ocio y representación. La huerta cartuja fue mantenida por Ch. Pickman retocándola como jardín privado burgués para su explotación y representación, transformando antiguas capillas en pabellones románticos que reflejaban las decoraciones de las lozas producidas en el lugar. Los cambios tecnológicos operados en el mundo industrial en el periodo álgido de su desarrollo (1850- 1960), energía, maquinaria, procesos de fabricación, transportes, etc. tuvieron su reflejo sobre el mismo espacio cartujano con las necesarias adaptaciones arquitectónicas.

 De las instalaciones industriales que realiza Pickman en el siglo XIX destacan hoy por su importancia las cinco chimeneas –hornos de botella, que junto a las edificaciones covitanas caracterizan la imagen actual de la Cartuja.

 La casa de los marqueses ceramistas, fue levantada hacia 1870 para vivienda habitual, sobre la antigua Procuración y la cocina. Se trata de una vivienda de dos plantas en torno a un pequeño patio central.

La actividad de fabricación de loza se mantuvo hasta 1982, que se produce el traslado a las instalaciones a la periferia de Sevilla

Horno de botella


Chimenea asociada a la imagen de la iglesia

Por todo el conjunto hay diseminados otros hornos y chimeneas:





Existen varias paredes cubiertas con azulejería de la fábrica, que imaginamos actuaban como hermosos muestrarios de lo que se producía: 





Para acabar, una estatua dedicada a Colón que mandó erigir la marquesa viuda de Pickman en 1887





Pues así acabamos esta segunda entrada, que se pretendía didáctica, pero a la vez divertida. Confiemos que lo haya sido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario