El parque de María
Luisa es un jardín histórico declarado como Bien de Interés Cultural,
integrándose en el denominado sector 26 “Recinto de la Exposición
Iberoamericana” del Conjunto Histórico Declarado de Sevilla, sector asimismo
Bien de Interés Cultural y que engloba edificaciones tan importantes como la
antigua Fábrica de Tabacos o el Palacio de San Telmo y se extiende hasta la
Glorieta de Méjico.
El recinto del
parque, que diseñó Jean Claude Nicolas Forestier en 1911-14, jugó un papel
destacado en la Exposición Iberoamericana y sus edificaciones son obra de
arquitectos regionalistas,
principalmente Aníbal González.
Todos los comentarios técnicos que aparecen en
cursiva y acompañan a las fotografías –que son nuestras- pertenecen a la Base
de Datos del patrimonio inmueble de Andalucía de la Consejería de Cultura,
Junta de Andalucía, salvo la referencia al Costurero de la Reina que es de la
ficha 10 del Catálogo del Sector 26
Recinto de la Exposición (Plan Especial Protección Conjunto Histórico del
Ayuntamiento de Sevilla) y la del Pabellón Mudéjar que es del Portal de Museos
de la Junta de Andalucía.
Antes de adentrarnos
en el parque, vamos a permitirnos detenernos en uno de los Pabellones
Internacionales de la Exposición, concretamente el de Colombia, que se sitúa en
el Paseo de las Delicias, frente a la Plaza de España. Es de los pocos
pabellones internacionales diseñado por un arquitecto sevillano, en este caso
Granados de la Vega, Arquitecto Auxiliar del Gabinete Técnico del Comité de la
Exposición, por lo que participó activamente en la supervisión del certamen.
Entre los países participantes en
la Exposición, tres países optaron por realizar el encargo de sus pabellones a
arquitectos españoles: Colombia, Venezuela y Guatemala. En el caso de Colombia,
se construyó un pabellón permanente y otros dos pabellones efímeros dedicados a
una marca comercial y a la Industria Colombiana del Tabaco. Su posición puede
considerarse relevante al situarse frente a los pabellones de México y Brasil y
próxima a la Plaza de América.
Granados de la Vega se inspiró
para realizar el Pabellón en modelos arquitectónicos religiosos colombianos, de
los que extrajo los motivos ornamentales principales, apostando por la imagen
exterior del edificio antes que por su espacialidad y organización interior: se
trata de una planta sencilla que dispone de un patio porticado de planta
cuadrada al que se accede desde el exterior a través del elemento compositivo
más destacado, la puerta flanqueada por dos torreones que avanzan sobre el
plano de fachada. Al fondo del patio se localiza la sala de recepciones.
Si el orden interno puede evocar
el trazado de la arquitectura colonial, la ornamentación realizada por el
escultor colombiano Rómulo Rozo (Chiquinquirá-Colombia, 1899 "
Mérida-México, 1964) que fue nombrado Director Artístico de la construcción y
decoración del Pabellón, aporta al edificio el componente neoindigenista que
otros pabellones incorporan al ser proyectados desde su país de origen. Los
motivos usados aluden, entre otros, a la creación (columnas con serpientes
entrelazadas y capiteles con cabezas indígenas), a la agricultura, ganadería,
industria y comercio (representadas en cuatro diosas) o a la raza (grupo de
indígenas portando el vaso sagrado que aloja la llama sagrada del ideal de la
raza).
También queremos referirnos
a otro interesante edificio situado frente al parque, en este caso en la
Avenida de María Luisa, se trata del llamado Costurero de la Reina, de 1893 del arquitecto Juan Talavera de la Vega,
padre de Talavera y Heredia. Este coqueto edificio es de estilo neomudéjar,
corriente arquitectónica que tanto influyó en los arquitectos regionalistas
como veremos más tarde.
El Costurero de la Reina es un
pequeño pabellón organizado a partir de cuatro pequeños torreones dispuestos
según las alineaciones de Avda. de Mª Luisa y el Paseo de las Delicias
enlazados por parámetros que terminan por conformar la geometría trapezoidal de
sus escuetas estancias en dos plantas.
Siguiendo la tradición de los
pabellones de jardín románticos en este caso el exotismo es reinterpretado en
clave neomudéjar con el empleo del ladrillo en franjas de color alternas,
huecos con arcos de herradura y otros motivos árabes diversos.
Asimismo, también
debemos referirnos a otro Pabellón, en este caso el de la ciudad de Sevilla que
constituían los actuales Casino de la Exposición y Teatro Lope de Vega, del
arquitecto Traver y Tomás.
De estilo neobarroco con fuertes
influencias levantinas alejadas del regionalismo sevillano, se compone de dos
volúmenes conectados: la rotonda -vestíbulo de planta circular- se cubre con
cúpula rematada en linterna, y el teatro -cuerpo cúbico con sala de planta
cuadrada- con porche convexo. La decoración es geométrica y preciosista nacida
de la exposición de París de las Artes Decorativas de 1925.
La elección tipológica se realiza
a partir de uno de los últimos modelos de la evolución del teatro burgués: el
casino-teatro.
El edificio articula a lo largo
de un eje, que va desde los accesos hasta el escenario, las diferentes piezas
del programa (vestíbulos, sala, escenario, etc.), posibilitando un ritual que
prepara al espectador para alcanzar el momento de la representación; aunque
paradójicamente, esta secuencia adquiera su mayor riqueza allí donde la
interrelación con los espacios laterales parece poner en crisis dicha
direccionalidad. De esta forma, la axialidad constructiva del programa teatral
queda contrapesada en la disposición planimétrica de éste. El edificio traza
otros ejes de ingreso y articulación dependiendo de dos factores, el control
del espacio urbano y los requerimientos del programa, recogiendo precisamente
los invariantes de la evolución del teatro burgués: la reordenación urbana y la
función cívica.
Traver y Tomás era
castellonense y desarrolló gran parte de su carrera profesional en Sevilla. Resulta
llamativo que cuando el Ayuntamiento de Sevilla estaba buscando el estilo sevillano en la arquitectura
encomendasen el Pabellón de la ciudad a un valenciano que edifica un edificio de estilo neobarroco con fuertes influencias
levantinas alejadas del regionalismo sevillano.
Traver y Tomás y Granados de la Vega colaboraron en
edificar un centro de prensa en el parque para la Exposición, actualmente el
Colegio España, situado en la Glorieta Covadonga.
Desde la referida
glorieta hasta la Plaza de España encontramos un edificio que alberga
actualmente una Escuela de Jardinería de la Fundación Forja XXI.
Se trata de un
edificio de Talavera y Heredia para la Compañía Telefónica Nacional de España, de
clara inspiración neomudéjar.
Uno de los pabellones de las
compañías que decidieron participar en el certamen de la Exposición
Iberoamericana de 1929 fue este de la Compañía Telefónica Nacional de España,
encargado a Juan Talavera en 1925 y concluido en 1927. Su implantación, sobre
parcela de 1186 m2, con una pieza (de 996 m2) que abraza a quien accede a su
recinto, siguiendo el mismo esquema palladiano de su vecina Plaza de España,
con tres cuerpos de edificación unidos por alas curvas, emplea una estética
neomudéjar extraña en la producción de aquellas fechas de Talavera (es la única
ruptura con el barroco en su producción de los años veinte), mostrando los
conocimientos del autor de conjuntos mudéjares sevillanos como San Isidoro del
Campo (claustro), el palacio de Las Dueñas o el monasterio de Santa Paula
(portada), pero que soporta el paso del tiempo por la excelente calidad
artesanal que muestra su albañilería fundiendo el uso de la cal y el ladrillo
El edificio no tiene usos turísticos, pero vale la pena acceder al menos al patio, máxime por la consideración antes expresada de que Talavera y Heredia no se prodigaba en la expresión neomudéjar.
Otro edificio de
empresas que ha permanecido fue el Pabellón Domecq del arquitecto Aurelio Gómez
Millán, en la actualidad cedido a las Juventudes Musicales y con anterioridad
ocupado por el Instituto Nacional de Meteorología.
Uno de los pabellones de las
empresas que participaron en el certamen de la Exposición Iberoamericana de
1929, que sin duda alcanzó mayor éxito por la aproximación de su modelo
arquitectónico a otros recintos que se levantaron en sus proximidades, como el
Pabellón Real, o la propia Plaza de España. Se ha apuntado la inspiración de la
planta en un pabellón anterior de la Exposición de Artes Decorativas de París,
expresado en una imagen plena de regionalismo en su lenguaje, con un magnífico
trato del ladrillo visto, especialmente en el trazo de los arcos de planta
curva que presentan las galerías laterales, con dovelas cortadas en doble cuña.
Tras los
prolegómenos, llegamos a la sin duda obra cumbre del regionalismo, la plaza de España que fue Pabellón del país en la
Exposición Iberoamericana. Es aquí sobre todo donde cobra sentido una
arquitectura que supera y se diferencia nítidamente de los historicismos
arquitectónicos, especialmente el neomudéjar.
En el proyecto original de la
Plaza de España de 1914 se plantea una plaza que cerrara la Exposición hacia el
este, creando un gran espacio abierto, representativo, volcado sobre el Parque
de María Luisa; plaza que incluía un estanque. Efectivamente, se trata de un
gran espacio formado por dos cuartos de círculo enlazados por un edificio
central que deforma la planta para parecer un semióvalo. Sendos edificios con
estructura de pabellón adaptan su geometría a la curvatura circular encontrando
en sus extremos las torres, norte y sur, que en su momento alteraron el perfil
de la ciudad de Sevilla, sólo coronado por el alminar de la Giralda.
En el centro se encuentran con el
edificio de mayor dimensión, único que destaca su volumetría en la fachada
trasera y que, en la frontal, construye el único cuerpo de tres plantas
destacando sus arquerías superpuestas. Paralelo a los edificios surca el
estanque la plaza, cerrando el lado abierto con un brazo rectilíneo, siendo
cruzado en total por ocho puentes. Al exterior un paseo de 35 metros de ancho
que se separa de los pabellones por un muro revestido de azulejos, rematado por
una balaustrada. A este muro se adosan pequeñas estancias, con bancos y
anaqueles cerámicos, dedicadas a cada una de las provincias de España,
mostrando en azulejos el plano de la provincia así como alguna escena propia de
su historia local.
El pabellón configura su fachada
interior mediante una logia elevada formada por una arquería de medio punto y
dobles columnillas de apoyo. Esta logia, además de dar acceso a los edificios,
permite un recorrido perimetral que complemente el central de la explanada
central y que repite el paseo por las estancias abiertas de las provincias al
exterior. Por lo demás, se trata en conjunto de un ejercicio de interpretación
del clasicismo español, ejecutado fundamentalmente en ladrillo y que se cubre a
dos aguas con teja árabe o con cubierta de pabellón en el cuerpo
representativo. La atención al detalle se demuestra en los artesonados,
azulejería, balaustres y cuantos detalles constituyen sus arcos, capiteles y
cornisas.
Costará trabajo
marcharse de esta plaza que invita a quedarse y a recorrerla arriba y abajo.
Para los sevillanos (incluso los adoptivos) la plaza está íntimamente ligada a
tardes de infancia, también junto al parque de las palomas, la plaza de América,
adonde nos dirigimos ahora.
La plaza de América se extiende entre el Paseo de las Delicias y la avenida de la Borbolla.
El conjunto de la Plaza de
América nace como idea en 1912, cuando se presentan unidos los tres pabellones
que con carácter permanente configurarían la "Plaza de Honor" del
recinto, formando una U abierta hacia el Paseo de las Delicias. En el lado
izquierdo de la U, el Pabellón de Industrias, Manufacturas y Artes Decorativas,
finalmente en la Exposición Pabellón de Arte Antiguo, luego Pabellón Mudéjar y
actualmente Museo de Artes y Costumbres Populares; en el derecho, el Palacio de
Bellas Artes, luego Renacimiento y que actualmente es el Museo Arqueológico
Provincial, y, al frente, el Pabellón Real, sede posteriormente de diversas
dependencias municipales. Se trata del primer proyecto de la que luego sería la
Exposición y, por sus fechas, es reflejo de los historicismos que insuflaron la
arquitectura antes de destilar, en lo local, un "estilo sevillano"
como concreción del regionalismo. La valoración de la Plaza debe extenderse a
su espacio central sobreelevado, a sus jardines, a los elementos escultóricos y
a su mobiliario urbano.
El Pabellón Real alberga en la actualidad dependencias municipales, siendo en su día primera sede de la Junta de Andalucía. Se encuentra entre el parque y la avenida de la Borbolla
El Pabellón Real surge como
edificio permanente en memoria agradecida a la infanta María Luis de Orleáns
por la cesión a la ciudad de la mayor parte de los jardines, y se realiza en
estilo neoisabelino reinterpretado en ladrillo tallado y cerámica vidriada,
como símbolo de la unidad de las regiones de España.
Se proyecta el Pabellón con una
planta de cruz griega sobre otra cuadrada a la que secciona sus aristas; en el
centro queda un cuerpo sobreelevado, ochavado, como espacio y salón central del
conjunto. Su apariencia exterior evoca efectivamente la arquitectura
plateresca, con lienzos sobrios en los que se insertan arquerías, y se coronan
con minuciosas cresterías acumulando el mayor esfuerzo ornamental.
El actual Museo Arqueológico es otro de los emblemáticos edificios construidos por Aníbal González, en el que podemos observar algunas famosas piezas como el tesoro tartésico del Carambolo:
Se desarrolla en un bloque lineal
que consta de tres plantas más un sótano. En el centro se sitúa una gran sala
elíptica de la que parten dos alas donde se distribuyen las salas. En fachada
destacan cinco cuerpos más elevados, inspirados en los torreones del Palacio de
Monterrey, acogiendo el central la entrada principal, a cuyos lados se sitúan
en cuatro hornacinas, dos a cada lado, esculturas representando a las Bellas
Artes y que son obras del escultor Lorenzo Coullaut Valera. En el interior, las
estancias son iluminadas cenitalmente o mediante reflejos indirectos de las
paredes, lisas y de color claro. La planta baja se rodea de una
"loggias", interrumpidas por los volúmenes transversales cada cinco
vanos. En la planta superior, el corredor de fachada que corresponde con las
"loggias" de planta baja, duplica el número de huecos. Los pretiles
son objeto de una profusa decoración, alternada con pináculos y estatuas. Todo
el edificio se sitúa sobre una plataforma que eleva su posición respecto a la
plaza. De esta manera el sótano que se construyó, donde se situaron
dependencias de servicios e instalaciones, conseguía aislarlo mejor del suelo.
La simetría y el empleo de todos
estos recursos compositivos, constructivos y de organización de espacios y
volúmenes, confieren al edificio una imagen exterior muy unitaria. El que
Aníbal González pensara el Palacio de Bellas Artes como museo, ha facilitado su
uso posterior que se refleja en el excelente estado de conservación. Las
colecciones arqueológicas se hallan aquí desde el año 1942.
Por último, el conocido como Pabellón Mudéjar es , a mi juicio, la obra más espectacular del conjunto y creo que no resulta difícil enamorarse de este edificio, que parece evocarnos las mil y una noches.
El edificio data de 1914 y
forma parte del conjunto de las tres grandes edificaciones que componen la
Plaza de América, diseñada por el arquitecto sevillano Aníbal González para la
Exposición Ibero Americana de Sevilla de 1929. Su estructura interna sigue una
simetría perfecta con el eje en la mitad de la fachada, y su disposición en
grandes salas lo convierte en un edificio idóneo para la exposición
museográfica.
Como muchos otros edificios de la
ciudad construidos por el mismo arquitecto, el Pabellón se encuadra en el
movimiento arquitectónico regionalista que intenta recuperar ciertos estilos y
materiales propios de épocas consideradas gloriosas de la ciudad, entre ellos
el estilo neomudéjar que se caracteriza por la fusión de elementos orientales
(mozárabes, califales, nazaríes y almohade) con otros de origen europeo.
El edificio tuvo muy distintos usos desde su construcción hasta que el 23 de marzo de 1972, el Ministerio de Educación y Ciencia publica el Decreto de Creación del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, que se constituye como una sección del Museo de Bellas Artes. En dicho decreto se establece que el museo se instalará en el Pabellón Mudéjar. Ese mismo año, José Galnares Sagastizábal adapta el edificio para ubicar en él el museo, que abrió sus puertas al público el 4 de marzo de 1973.
El edificio tuvo muy distintos usos desde su construcción hasta que el 23 de marzo de 1972, el Ministerio de Educación y Ciencia publica el Decreto de Creación del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, que se constituye como una sección del Museo de Bellas Artes. En dicho decreto se establece que el museo se instalará en el Pabellón Mudéjar. Ese mismo año, José Galnares Sagastizábal adapta el edificio para ubicar en él el museo, que abrió sus puertas al público el 4 de marzo de 1973.
Sevilla atesora un importante patrimonio mudéjar, religioso y civil. Por ejemplo,el Alcázar y los palacios de Pilatos, Altamira, Casa
Olea, Miguel de Mañara Marqueses de la Algaba o Ponce de León.
Obras neomudéjares de fines del XIX, comienzos del XX destacadas son la estación Plaza de Armas, la Comisaría
Algodonera del Estado (Actual Consejería de Agricultura), el Costurero de la
Reina o el antigüo Matadero.
El Pabellón Mudéjar de
Aníbal González no es una obra neomudéjar más, se trata
a fin de cuentas de un reconocimiento a la tradición arquitectónica mudéjar y
neomudéjar y de un intento de tratar estilos y materiales con un lenguaje
que se enraíce no solo con la historia, sino también con el presente. El pabellón es un divertimento arquitectónico, como lo son el Arqueológico o el Pabellón Real, para una Exposición, jugando con los estilos históricos. La Plaza de España es lo absolutamente novedoso y a ella nos referimos para despedirnos con una pequeña broma, que la fuerza os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario