lunes, 15 de septiembre de 2014

La arquitectura de principios del XX en la Ronda histórica de Sevilla (2)




Esta segunda entrada sobre la Ronda Histórica de Sevilla está dedicada íntegramente a la calle Recaredo.

El primer edificio en que reparamos es del arquitecto López Sáez, de 1935-36 y está en el número 3.


 

En el número 5, otro edificio del mismo arquitecto y año.



En Recaredo 8, la casa de viviendas para Antonio Fajardo, año 1928-29, Espiau y Muñoz.




Y  Recaredo 9, también de Espiau y Muñoz, de 1.921




A la altura de este edificio en la acera de los números pares y saliéndonos momentáneamente de Recaredo para alargarnos hasta la plaza de Carmen Benítez nos encontramos el Colegio Público del mismo nombre, de 1.910




Volvemos a Recaredo y en la acera de los números pares, encontramos en el 28 la casa de inspiración modernista para Alberto Murtas. Es del arquitecto Antonio Gómez Millán, del año 1913-14.



El siguiente edificio, el 30, es de Arévalo Martínez. Actualmente es una vivienda particular, pero fue construido, junto a otra serie de edificios iguales (San Luis, Miraflores, Santander, Carmen, Pagés del Corro, González Cuadrado y uno más desaparecido en Luis Montoto) para la Compañía de Gas y Electricidad. Es del año 1.912.




Otro edificio de Arévalo Martínez es el de Recaredo 13, de 1.930


 


Y este otro de 1.912-13, en el número 33, casa para Arturo Palacios.



En el 31 de la calle, esta casa de Sáez y López, de estética ecléctica, actualmente Colegio Santa Tomás de Aquino.



A continuación, otros dos edificios de López Sáez, el del número 35, de 1929-31



Y el del número 37, de 1927-29, y que elegimos como fotografía de portada de esta entrada.



En Recaredo 32, la representación racionalista con este edificio de renta de Diaz Langa, al que ya nos referimos en otra entrada





En el número 41 se encuentra el Colegio de Educación Especial Virgen de la Esperanza, de Talavera y Heredia.



Dice la web del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH)


En los años previos a la Exposición Iberoamericana, con la Dictadura Primo de Rivera, se aprobaron una serie de ayudas a la ciudad decisivas para poner terminar algunas obras imprescindibles que fueron aprovechadas para poner en marcha  otros planes imprescindibles para la modernización de la ciudad. En 1927 se aprobó el Plan de Construcción de Escuelas primarias municipales, que por primera vez trata simultáneamente todo el problema en el conjunto de la ciudad, incluyendo obras completamente nuevas junto a la ampliación y renovación de las antiguas escuelas. Inmediatamente se emprende la campaña de adquisición de suelo para las nuevas escuelas. En el lote entra el solar de estas escuelas logrado por la adquisición de un solar y varias casas que tuvieron que ser  demolidas.

Este edificio se promovió como escuela modelo graduada de Sevilla, en paralelo la ciudad sofocó su déficit con obras de adaptación de edificios originariamente destinados a otros usos como conventos desamortizados que habían albergado múltiples usos consecutivos, los almacenes municipales, recurriendo también a la ampliación de las escuelas ya existentes. Este fue el primer edificio de nueva planta destinado específicamente a grupo escolar graduado que pudo realizar la ciudad antes de 1929 a consecuencia de las obras conexas a la Exposición de 1929. En él se puso todo el empeño en mostrar lo ideal del programa escolar, incluso en un solar de condiciones muy restrictivas, lo que muestra la capacidad del arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia frente a los retos que proponía la ciudad del momento.

Construir además de fachada, un edificio de uso público funcionalmente exigente y ocupando poco suelo. El contrapunto a los excesos de los pabellones que se construían para la Exposición Iberoamericana. Un semisótano abierto, en continuidad con el patio, amplia la superficie de juegos y actividades de aire libre, junto al aula de aire libre que se adosa a la medianera con los edificios colindantes. Construido con estructura metálica y cerramientos de ladrillo, como la tecnología de construcción más avanzada y viable en la ciudad del último regionalismo. Fachada historicista neobarroca que busca cierto anonimato ocultándose detrás de un leve jardín colmado de árboles y que sirve para extender una pretendida imagen de ciudad jardín y además para amortiguar el ruido de la Ronda histórica, la vía de tráfico más transitada de la ciudad; función a la que contribuye una opción tipológica poco usual en Sevilla que dispone el corredor al exterior. Talavera importó la solución de ejemplos de los más prestigiosas ejemplos parisinos.




 Las aulas, al patio interior, libre de compromisos de imagen con la Sevilla de la EIA, construyen una fachada estrictamente racional que se aproxima la modernidad. Este edificio supone una de las experiencias fundamentales precedentes a los prototipos que el mismo arquitecto proyectó en el año 1934 para las escuelas municipales republicanas en la Barzola, en calle Arroyo en la Huerta de Santa Marina y en calle Procurador.




Y acabamos con este edificio del número 40, de estilo neoclásico-modernista según la ficha del Catálogo municipal  y que dicho Catálogo atribuye al arquitecto Francisco Ortiz del año 1883.



Sin embargo, el IAPH atribuye el edificio a Aníbal González y lo data en 1928.



Da el IAPH la siguiente información:

Situado en la Avenida Menéndez Pelayo, un emplazamiento fuertemente condicionado por hechos consecuentes de la E.I.A. del año 1929. 

Tanto la regularidad de la parcela como el uso del edificio, con programa administrativo, facilitan su rotundidad y su regularidad geométrica en todo: planta, sección, altura, volumen y composición de la fachada. 
Esta obra de Aníbal González manifiesta un cambio sensible del autor hacia posiciones diferentes a las mantenidas en sus actuaciones para la E.I.A. de 1929, abandonando la elocuencia regionalista para recuperar una expresión clasicista que entronca con la austeridad formal y la racionalidad constructiva. La continuidad que implica el uso de la tecnología del ladrillo se matiza con la incorporación de los detalles de piedra en elementos singulares como las esquinas y la portada, en todo caso tecnologías ya experimentadas en anteriores obras, lo que permite garantizar el grado de perfección en la ejecución.

Cabe pensar que se ha tratado de un error del IAPH, ya que ni Alberto Villar Movellán, ni Víctor Pérez Escolano, dos de los mayores estudiosos de Aníbal González, catalogan este edificio como construido por este arquitecto.


Y con esto hemos acabado las dos entradas dedicadas a la Ronda Histórica de Sevilla.

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