lunes, 4 de julio de 2016

El monasterio de San Jerónimo de Buenavista

       Para conocer este monasterio, sigamos la web del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico

Fundación monacal jerónima del siglo XV, levantada en su tiempo extramuros de la ciudad de Sevilla, a 2 kilómetros al Norte de la puerta de la Macarena y muy próximo al río Guadalquivir. El monasterio se enclavó al Norte de la ciudad, alejado de ésta, en un paraje próximo a un recodo del río, con hermosas vistas y junto al camino real hacia la Corte.

En el proceso edificatorio de San Jerónimo de Buenavista, se levantó primero la iglesia, eje vertebrador de la comunidad, y orientada en sentido este-oeste con los pies a poniente, aprovechando el muro maestro sur se delimitó un claustro cuadrado, al que posteriormente se le fueron adosando otras edificaciones para satisfacer las necesidades de la comunidad. Entre estas edificaciones estaban, otro claustro situado al este del primitivo y separado de aquel por el refectorio, la sala capitular en el ala sur, un nuevo refectorio al oeste, la sacristía nueva y las celdas en los lados norte y sur, respectivamente, del segundo claustro y frontera con este por el norte la imprenta de Indias con sus dependencias y su espacio libre central configurando un tercer patio.





El Monasterio de San Jerónimo de Buenavista fue fundado en 1414 por Juan Esteban, Jurado de la ciudad de Sevilla, con el auxilio de Nicolás Martínez, tesorero y contador del Rey, y de su mujer e hijo, Diego Martínez de Medina.
El embrión del primitivo convento lo constituyen las propias edificaciones de la hacienda, a las que se le fueron añadiendo otras dependencias a lo largo de varias fases.



La primera fase de construcción corresponde a la primera mitad del siglo XV, la segunda fase al primer tercio del siglo XVI, y la tercera a finales del siglo XVI hasta los primeros años del XVII.






En la primera fase se edifica la iglesia, entre 1414 y 1450, y uno de los claustros, en la segunda se amplía la iglesia hacia poniente, y se construye el claustro de levante, contiguo al claustro existente y separado del lado oriental de éste por el refectorio, a la tercera fase de la construcción pertenecen el resto de dependencias.


Las obras de la planta baja se prolongan hasta 1581, año en el que se inician las obras de la planta alta, encargadas a Miguel de Zumárraga.

Muchas de las dependencias del monasterio han desaparecido, y no han llegado hasta nosotros ni tan siquiera sus trazas. Entre los restos conservados destacan dos capillas del lado de la Epístola de la iglesia y el muro del mimo lado, que es a su vez el testero norte del claustro herreriano que también permanece, la torre, el patio y parte de las edificaciones de la Imprenta de Indias, escalera al coro, anterefectorio, mirador, y restos de la escalera de subida a éste.


La iglesia era de estilo gótico flamígero, contaba con tres naves, ábside poligonal, portada a los pies, bajo el coro, y capillas laterales de planta cuadrada en los muros del Evangelio y la Epístola. De éstas, las dos que se conservan cuentan con una anchura libre de 4,90 m. y una altura de 8,40 m.



El templo se comunicaba con mediante puertas con los dos claustros. El más antiguo de ellos aún se conserva hoy, se inscribe en un recinto casi cuadrado de unos 160 pies de lado (46,30 x 45,40 m), siendo algo mayores los lados perpendiculares a la iglesia.

Las más antiguas son tres de estilo plateresco, ubicadas en el ala norte del deambulatorio. Dos en la planta baja idénticas, en los extremos este y oeste. La portada al este comunica con la escalera principal y la del oeste saldría en un principio al compás y portería, y posteriormente a la cocina. La otra se encuentra en la planta superior y da paso a una estancia inmediata a la torre, con bóveda elíptica, a través de la cual se accede al coro alto.

De todas las dependencias que rodearon tan espléndido claustro sólo se conserva en pie la escalera que conducía al coro. Ocupa una estancia rectangular de 15 x 4,35 m a continuación de las últimas capillas de la Epístola, a los pies de la iglesia. Se accede a ella desde una de las portadas anteriormente descritas, a través de un vestíbulo cubierto por una bóveda vaída casetonada. La doble altura del espacio de subida se cubre por una cúpula con casetones de media naranja sobre pechinas. El vestíbulo superior, que da paso hacia el coro, la torre y el claustro alto, se cubre con una bóveda muy rebajada en óvalo sobre pechinas, y decoración de nervios concéntricos.

La torre, de formas góticas en su primer cuerpo, se abría a la nave central de la iglesia como tribuna. En la segunda mitad del XVI se prolonga la torre, dotándola del cuerpo de campanas que hoy es una de las señas de identidad del convento.


La coronación de la torre se hace mediante un chapitel apiramidado, que se levanta sobre una bóveda cónica de ladrillo, recubierto por azulejos de dibujos estrellados azules y blancos.


Durante su utilización como fábrica de cristales, la torre se vació interiormente para emplearse como secadero de las piezas recién elaboradas, sustituyendo la escalera original por otra estrecha y empinada, que es la que vemos hoy.


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